PROMESA DE SANIDAD

​Devocional: Sanidad y Restauración en la Desesperanza (Jeremías 30:17)
​Versículo Clave: “Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová; porque desechada te llamaron, diciendo: Esta es Sion, de la que nadie se acuerda.” (Jeremías 30:17, RVR1960)
​Reflexión:
​Este versículo es un bálsamo de esperanza en medio de un libro que a menudo nos confronta con la dureza de la disciplina divina. El pueblo de Israel, específicamente Judá, se encontraba en una situación desesperada, enfrentando el exilio y la destrucción a causa de su desobediencia y su pecado. Se sentían abandonados, “desechados”, una Sion “de la que nadie se acuerda”. ¡Qué imagen más desoladora!
​¿Cuántas veces nos hemos sentido así? Quizás las heridas de la vida, las consecuencias de nuestras propias malas decisiones, o incluso el desprecio de otros nos han dejado con un dolor que parece incurable. Nos sentimos olvidados, sin valor, como si nadie se preocupara por nosotros. Es en esos momentos de profunda desesperanza donde Jeremías 30:17 irrumpe con una promesa divina.
​Dios no se olvida de los suyos, incluso cuando ellos mismos se han olvidado de Él. A pesar de las heridas autoinfligidas y el reproche de los demás, el Señor declara: “Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová”. Esta no es una promesa condicional, sino una declaración soberana de Su voluntad. Él es el Gran Médico, el único capaz de sanar las heridas más profundas, sean físicas, emocionales o espirituales.
​La sanidad que Dios ofrece no es superficial. Él no simplemente “pone una tirita” sobre la herida; Él sana desde la raíz, restaurando lo que fue destruido. Este versículo nos habla de un Dios que se preocupa, que ve el dolor de Su pueblo y actúa con misericordia. La frase “porque desechada te llamaron, diciendo: Esta es Sion, de la que nadie se acuerda” resalta el contraste entre la percepción humana y la verdad divina. El mundo puede etiquetarnos, despreciarnos y olvidarnos, pero Dios nunca lo hará.
​En el contexto más amplio de Jeremías 30, esta promesa de sanidad y restauración es parte del plan de Dios para traer de vuelta a Su pueblo del cautiverio y reconstruirlos. Esto nos enseña que, aunque enfrentemos consecuencias por nuestras acciones, el amor y la gracia de Dios siempre están disponibles para aquellos que se vuelven a Él.
​Aplicación Personal:
​Reconoce tus heridas: ¿Hay áreas en tu vida donde te sientes herido, desechado u olvidado? Identifica esas heridas, no para revolcarte en ellas, sino para presentarlas ante Dios.
​Confía en el Sanador: Cree en la promesa de Dios de sanar. A veces, la sanidad no es instantánea, pero Su proceso es perfecto y completo. Deposita tu fe en Él, el único que puede restaurarte plenamente.
​Descansa en Su Memoria: Recuerda que no importa lo que otros digan o piensen de ti, Dios nunca te olvida. Eres valioso para Él, y Su amor por ti es inquebrantable.
​Permite la Restauración: La sanidad y la restauración implican un proceso. Permite que Dios trabaje en ti, entregando tus cargas y confiando en Su plan para tu vida.


​Oración:
​Amado Padre celestial,
​Te damos gracias porque tú eres el Dios que sana y restaura. En momentos de dolor y desesperanza, cuando nos sentimos desechados y olvidados, tu Palabra nos trae consuelo y esperanza. Hoy te presentamos nuestras heridas, aquellas que parecen incurables, y te pedimos que, conforme a tu promesa en Jeremías 30:17, hagas venir sanidad sobre nosotros.
​Ayúdanos a confiar en tu amor inagotable, a recordar que nunca nos olvidas, y a permitir que tu Espíritu Santo obre en nuestras vidas para restaurar todo lo que está roto. Que tu nombre sea glorificado en nuestra sanidad y en el testimonio de tu amor.
​En el nombre de Jesús, Amén.

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