“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4:13, Reina-Valera 1960)
Este versículo es uno de los más conocidos y citados de la Biblia, a menudo utilizado como un lema para la superación personal y la fe. Sin embargo, para entenderlo completamente, es crucial examinar su contexto en la carta de Pablo a los Filipenses.
El Contexto Importa:
El apóstol Pablo escribió esta carta desde la cárcel. A lo largo del capítulo 4, él expresa su gratitud a los filipenses por su generosidad y su apoyo financiero. En los versículos 11 y 12, Pablo revela una verdad profunda sobre su propia vida:
- “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.” (Filipenses 4:11)
- “Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.” (Filipenses 4:12)
Aquí, Pablo no está hablando de un poder ilimitado para lograr cualquier cosa que se proponga, como ganar una carrera o tener éxito en un negocio. Más bien, se refiere a la fortaleza que Cristo le da para enfrentar y estar contento en cualquier circunstancia de la vida, ya sea en la abundancia o en la escasez, en la comodidad o en el sufrimiento.
Aplicación Personal:
- El poder no es para la ambición personal, sino para la voluntad de Dios. La fortaleza que Cristo nos da no es para nuestros propios planes, sino para poder cumplir con el propósito que Dios tiene para nosotros. Pablo pudo soportar el hambre, la persecución y el encarcelamiento porque Cristo lo fortalecía para seguir adelante en su ministerio.
- El contentamiento en cualquier situación. Este versículo nos invita a confiar en que la presencia de Cristo es suficiente, sin importar lo que estemos experimentando. No es la ausencia de problemas lo que nos da paz, sino la presencia de Cristo en medio de ellos.
- No somos autosuficientes. La frase “Todo lo puedo” no es una declaración de nuestra propia fuerza, sino de la fuerza de Cristo en nosotros. Dependemos completamente de Él. La verdadera fortaleza viene de una relación íntima con Jesús, quien nos capacita para enfrentar los desafíos de la vida.
Oración:
”Padre amado, te damos gracias por el poder que nos das a través de tu Hijo, Jesucristo. Ayúdanos a entender que este poder no es para nuestra propia gloria, sino para que podamos vivir vidas que te agraden en cualquier circunstancia. Que podamos aprender a estar contentos, tanto en la abundancia como en la escasez, sabiendo que Tú estás con nosotros y nos fortaleces. En el nombre de Jesús, Amén.
