EL PODER DE LA OBEDIENCIA

EL PODER DE LA OBEDIENCIA 🌈

​2 Reyes 5.14
“Entonces Naamán bajó al río Jordán y se sumergió siete veces, tal como el hombre de Dios le había indicado. ¡Y su piel quedó tan sana como la de un niño!

​ Naamán, un poderoso y orgulloso general, tuvo que superar su arrogancia inicial. Él esperaba un gran espectáculo del profeta Eliseo (una imposición de manos, una gran oración), y se ofendió por una instrucción tan “simple” y humillante: zambullirse en el lodoso río Jordán. El versículo 14 marca el momento en que dejó de lado su lógica y su orgullo para hacer lo que parecía tonto a sus ojos, pero era la instrucción de Dios.
​¿Qué te está pidiendo Dios que hagas que te parece demasiado simple, humillante o ilógico? A menudo, el orgullo humano quiere “grandes obras” para merecer la bendición, pero Dios solo pide obediencia.
La sanidad no estaba en el agua del Jordán en sí (había ríos “mejores” en Siria, como él mismo argumentó), sino en el acto de obedecer la palabra del profeta de Dios. El Jordán era un medio, la obediencia era el camino. Solo después de la séptima inmersión se manifestó el milagro.
​La fe se demuestra en la acción, incluso si el paso que se nos pide es pequeño y no espectacular. La bendición de Dios a menudo viene a través de actos de obediencia que parecen insignificantes. ¿Estás esperando una “gran señal” cuando Dios ya te ha dado instrucciones claras en Su Palabra?

“su piel quedó tan sana como la de un niño, y se curó”. No fue solo una curación parcial, sino una restauración completa.
​Cuando obedecemos a Dios, Su obra en nuestras vidas no es superficial. Él busca la sanidad, la limpieza y la transformación completa. La obediencia conduce a una vida nueva y pura, restaurada a su estado original, como la piel de un niño.

El milagro de Naamán en 2 Reyes 5:14 nos recuerda que la humildad para obedecer es el requisito para experimentar el poder de Dios. No importa si el método de Dios es simple o si confronta nuestra lógica; lo que importa es que es Su método. Al igual que Naamán, cuando nos humillamos y actuamos conforme a la palabra de Dios, experimentamos una limpieza y restauración que es verdaderamente milagrosa.
​Dios te bendiga.

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