¿DE QUE TE QUEJAS?

Es tan común que aflore la queja de nuestro interior, que nos parece algo normal. No nos gusta reconocerla. La minimizamos. Como que si no nos quejamos nos falta algo.
Se convierte como en un idioma la queja, por decirlo de alguna manera. Contamina ambientes. Contamina vidas. Nos asigna a una vida hueca y vacía. La queja nos apaga. Nuestra lámpara se agota. Ya no brillamos. No marcamos la diferencia. La queja no sólo es una frase, un gesto, una mueca. Es una semilla y da fruto. Fruto de muerte . De separación. Produce incredulidad en nosotros y a nuestro alrededor. La queja es una fuente de amargura que suelta aguas de hastío, sin sentido de vivir, de no saber qué camino seguir. La queja te pone frente a una puerta cerrada. Por eso te produce cansancio. La queja es generada en una vida sin propósito. Que no cree. Alguien que no confía en Dios no sabe ni puede esperar en él. Su resultado es una vida que no puede creer a nada ni a nadie. La queja te consume la vida.

Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová; y lo oyó Jehová, y ardió su ira, y se encendió en ellos fuego de Jehová, y consumió uno de los extremos del campamento.
Números 11.1

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *