Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.
1 Tesalonicenses 5
Cuando estamos en su propósito todas las cosas nos ayudan a bien. Hemos sido llamados conforme a la voluntad de Dios, no a la nuestra. No es que Dios vio nuestras capacidades y talentos entonces nos llamó. No se trata que Dios necesitaba títulos, méritos, una voz, una oración, conocimientos, etc. etc. y entonces nos llamó. Dios no salió a buscar un puesto, un título, un profesional. Salió a buscar una oveja perdida.
El llamado no es un título. No es mis capacidades. El llamado es su diseño de vida: Cristo
Fuimos llamados a alcanzar la gloria de Jesucristo. A manifestar su gloria. Manifestar Cristo. El llamado es Dios diciéndonos: te invito a hacer mi voluntad. Es morir. Pasar por la cruz.
Fuimos llamados a tener comunión con Jesucristo. A ser uno con él. A heredar bendición. A una misma esperanza. No fuimos llamados para estar divididos cada uno haciendo para sí.
Un día escuchamos su llamado y es para manifestar a Cristo.
El centro de todo, el principio y fin del llamado es manifestar Cristo. El llamado es una manifestación de gloria suya sobre nuestras vidas para expresar la vida de Cristo en nosotros.
Mas de una vez nos posicionamos sobre nuestro llamado y nos predicamos , nos ofrecemos a nosotros mismos. Hablamos más de nuestra gloria que la de Dios. Conocen más nuestra vida o testimonio que a Jesús.
Manifestamos a Cristo más de una vez, según nuestra imagen y semejanza, a nuestra forma. Es como que Cristo es la herramienta para hablar de nosotros. Exponemos nuestros logros y méritos.
No fuimos llamados a levantarnos un nombre propio. El nombre sobre todo nombre es Cristo.
Su llamado es mi función en el cuerpo. Nuestro llamado forma parte de un llamado mayor. No hay un llamado para sacarme del cuerpo. Nuestro llamado forma parte de Cristo. Es Cristo.
Fuimos apartados desde antes de la fundación del mundo para un fin específico y estamos llamados a completarlo. Fuera de Cristo nada podemos hacer. nuestro llamado se resume en: Cristo. Manifestar al hijo.
No es tu llamado, ni mi llamado, el llamado es uno : ES CRISTO.
¿A qué te llama Dios hoy?
