Creo que la mayor bendición es la cruz, la obra poderosa que se resolvió en el madero, ese antes y después que se marcó en los cielos, en la tierra y bajo de la tierra.
La cruz, es real y es una victoria eterna que nos reconcilió con el Padre y nos volvió al diseño de vivir una eternidad en él y con él, arrancándonos del infierno.
Para muchos la cruz puede ser tontería, fanatismo, exageración y al oír del mensaje que trae la cruz resisten sin conocer y esa es la locura que Pablo se refería, esa insensatez, esa vanidad de perderse teniendo tan grande oportunidad , tan grande puerta abierta y tan grande salvación llamada cruz.
Para los que creímos en esa muerte y resurrección de Jesús la cruz nos fue y es poder de Dios en contra de todo lo que nos mantenía cautivos a una vida de esclavitud del pecado , de la vida desordenada en todas las áreas y en un caminar y vivir incierto. Ese poder de Dios, que se manifestó al creer, es lo que nos dio vida, resucitándonos con él y nos dio motivo de vivir.
El creer con el corazón y poder expresarlo con nuestra boca la resurrección de Jesús nos abrió un camino de esperanza sobre toda derrota y fracaso, nos llevó a lugares de luz donde pudimos ver nuestra condición y entregar lo que no nos hacía bien para ser transformados en una nueva persona.
La obra de la cruz si creemos en Jesucristo como nuestro Salvador absorbe todo recuerdo que lastima, toda obra nuestra echa en tinieblas, todo lo que construimos en maldad y perversidad.
Dios es mayor que la sabiduría e inteligencia del mundo porque no es del razonamiento humano creer la obra poderosa de la cruz es desde la fe, se trata de decidir creer, somos nosotros quien tomamos la decisión de abrir el corazón o mantenerlo cerrado , seco y envejecido por incrédulos.
Dios nos nos juzga, si nos busca sin cansarse, nos llama y nos espera que creamos, es nuestro Creador, lleno de amor, gracia y misericordia, y para volver a él nos dejó un diseño de muerte a vida, la obra de la cruz, la resurrección de Jesucristo, la victoria del cielo sobre el infierno, el gobierno de Cristo y su sangre derramada que nos limpió nuestras conciencias de obras muertas y nos perdonó de una vez y para siempre.
Tenemos un Padre Eterno , Dios, que entregó lo más preciado su hijo, para tengamos una vida digna disfrutando sus riquezas en gloria y vivamos la libertad del cielo.
La cruz marca el limite al infierno, el infierno es decir la perdición eterna no puede prevalecer sobre la obra de la cruz en nuestras vidas, cuando aceptamos a Jesús limitamos, frenamos y secamos toda obra del infierno sobre nuestras propias vidas y generaciones.
Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. 1 Corintios 1.18