PORCIÒN DE SANIDAD
“Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi
porción es Dios para siempre.” Salmos 73:26
Este versículo es un grito honesto que surge de un corazón que ha
llegado al límite. El salmista, Asaf, no esconde su dolor ni su debilidad.
Admite sin rodeos que su cuerpo y su espíritu están fallando. La vida lo
ha agotado. A veces, nos sentimos así. Nuestra energía se agota,
nuestra salud se debilita, y el desánimo se instala en el alma. En esos
momentos, es fácil sentir que estamos al borde del colapso.
Pero justo en medio de esa admisión de debilidad, el versículo da un giro
poderoso. El “pero” es un punto de quiebre. El salmista no se queda en
su desesperación, sino que levanta la mirada. Sus fuerzas pueden fallar,
pero su fe no se rinde. Y en esa fe, encuentra una verdad inquebrantable:
“La roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.”
Esta declaración nos enseña que, aunque nuestro ser físico y emocional
puede ser frágil, hay algo inmutable en lo que podemos apoyarnos. Dios
no es solo una roca; Él es la roca de nuestro corazón. Esto significa que
Él es el fundamento de nuestra fortaleza interior, la base de nuestra fe, el
ancla que nos sostiene cuando todo lo demás se mueve.
Además, el salmista dice que Dios es su “porción”. En el Antiguo
Testamento, a los levitas no se les dio tierra como a las otras tribus;
Dios mismo era su herencia y su porción. Esta es una promesa increíble.
No importa lo que perdamos en la vida, si nuestras posesiones, nuestra
salud o nuestras relaciones, Dios mismo es nuestra herencia eterna. Él
es todo lo que necesitamos, ahora y para siempre.
Cuando te sientas débil, agotado o sin esperanza, no niegues tu dolor.
Preséntale a Dios tu corazón desfallecido, pero luego, con el salmista,
levanta tus ojos y recuérdate a ti mismo esta verdad: Tus fuerzas pueden fallar, pero Él no. Él es la roca de tu corazón, tu porción segura y
eterna.
Este devocional esta completo en nuestro PDF ” PALABRAS DE ESPERANZA Y CONSUELO PARA EL ALMA”
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