La luz nos sana, nos vuelve al origen a nuestro diseño, nos alumbra el camino.
La luz llega hasta donde el hombre no llega.
La luz ilumina lo que aún no nos fue revelado y necesita ser quitado de nuestras vidas , alumbra lo que creemos, el origen de lo que pensamos y produce separación de creencias y valoraciones.
Cuando recibimos luz ya nuestra vida no es la misma, porque la luz produce separación. Una manifestación de la luz en nuestras vidas es la separación de lo bueno y lo malo según Dios.
Cuando el Espíritu Santo nos da convicción es luz que recibimos.
David decía:
Salmos 18:28
Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas.
Cuando tenemos convicción es porque se encendió nuestra lámpara y podemos ver.
La luz nos manifiesta a nuestros ojos el diseño eterno del Padre, el origen y el propósito.
No es la luz la que nos daña, lo que nos produce angustia, es lo que queda expuesto a la luz y no forma parte del diseño correspondiendo sea arrancado. Ese arrancar produce dolor muchas veces pero es dolor y tristeza para vida. Dice 2 Corintios 7.10
Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.
Dios nos sostiene en su luz llevándonos de la mano en camino de verdad; a medida que avanzamos velos son quitados y vemos como Dios ve.
Cuando se manifiesta luz en nosotros hay separación de luz de tinieblas, lo que veíamos bueno ya no lo vemos tan así, porque nuestros ojos fueron alumbrados y la luz nos presenta la verdad es por eso que sentimos que despertamos de un largo sueño cómo que vivimos una realidad engañosa por años. Al haber estado sin luz vivimos en otra realidad, en otro ambiente donde la luz y las tinieblas estaban mezcladas. Esa separación la hace la luz y no podemos expresarlo en palabras pero hay un momento de nuestra vida que se hace la luz en nuestro espíritu y comienza el proceso de separar luz de tinieblas.
El apóstol Pablo, oraba en su carta a los de la iglesia en Efeso:
para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,
Efesios 1.17
Oremos su Espíritu Santo nos traiga luz y aceptemos la convicción de lo que no es verdad