TU MANO ME SOSTIENE

Claro que sí. La idea de la “Mano de Dios” es una imagen poderosa en la Biblia que nos transmite consuelo, seguridad y la certeza de que no estamos solos. Aquí tienes un devocional sobre cómo la mano de Dios nos sostiene:
La Mano que Sostiene
La vida, con sus altibajos, a menudo nos presenta desafíos que nos hacen sentir pequeños e indefensos. Momentos de incertidumbre, pérdidas, enfermedades o simplemente el peso de las preocupaciones diarias pueden abrumarnos, dejándonos con la sensación de que estamos a punto de caer. En esos instantes, anhelamos una fuerza mayor, un apoyo incondicional que nos dé la seguridad de que, pase lo que pase, estaremos bien.
La buena noticia es que, para los creyentes, esa mano fuerte y amorosa existe: es la mano de Dios. La Biblia está llena de promesas que nos recuerdan que nuestro Padre celestial está siempre presente, extendiendo su diestra para levantarnos, guiarnos y sostenernos.
Consideremos estas palabras del profeta Isaías:

“Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa.” (Isaías 41:10 NVI)

Este versículo es un bálsamo para el alma. Nos dice que no hay necesidad de temer ni de angustiarse, porque Dios mismo está con nosotros. No solo está presente, sino que activamente nos fortalecerá, nos ayudará y, lo más reconfortante, nos sostendrá con su diestra victoriosa. Esta imagen nos habla de un poder invencible y de un amor inquebrantable. La diestra de Dios no es una mano débil o que titubea; es la mano que creó el universo, la que dividió el Mar Rojo y la que resucitó a Jesús de entre los muertos. Si esa mano nos sostiene, ¿quién puede derribarnos?
El Salmo 63:8 (NVI) lo expresa de otra manera:
“Me aferro a ti, tu mano derecha me sostiene.”

Aquí vemos la reciprocidad de la fe. Nosotros nos aferramos a Dios, buscamos su presencia, y en respuesta, Él nos sostiene. Es un acto de confianza mutua. Aunque a veces sintamos que nuestras fuerzas flaquean y que apenas podemos mantenernos en pie, la promesa es que Su mano nos sujeta y no nos suelta. No importa cuán profundos sean nuestros valles o cuán altas sean nuestras montañas, la mano de Dios está allí, firme y constante.
Piensa en los momentos de tu vida en los que te has sentido al borde del abismo. ¿Recuerdas cómo, de alguna manera, lograste salir adelante? Es probable que, sin darte cuenta en ese momento, la mano de Dios ya te estaba sosteniendo. Él no nos abandona en la tormenta; por el contrario, nos lleva de la mano a través de ella.
La mano de Dios te sostiene para:

  • Darte seguridad: Cuando el miedo te paraliza, Su mano te infunde valor.
  • Levantarte de la caída: Cuando tropiezas y caes, Él te extiende la mano para ayudarte a ponerte de pie.
  • Guiarte en la oscuridad: En los momentos de confusión, Su mano te guía por el camino correcto.
  • Darle propósito a tu vida: Él tiene un plan para ti, y Su mano te conduce hacia ese destino.
    Hoy, si te sientes débil, cansado o abrumado, recuerda esta verdad fundamental: la mano de Dios te sostiene. No tienes que enfrentar la vida solo. Él está contigo, listo para fortalecerte y llevarte a salvo. Permite que esa verdad penetre en tu corazón y te llene de paz.
    Oración:
    Amado Padre, gracias porque tu mano poderosa me sostiene. Reconozco que hay momentos en los que me siento débil y sin rumbo, pero hoy elijo confiar en tu promesa de que estás conmigo. Fortaléceme, guíame y levántame con tu diestra victoriosa. Ayúdame a aferrarme a ti en todo momento, sabiendo que en tus manos estoy seguro. En el nombre de Jesús, Amén.
    Preguntas para reflexionar:
  • ¿En qué área de tu vida necesitas sentir más fuertemente la mano de Dios sosteniéndote hoy?
  • ¿Cómo puedes practicar más activamente el “aferrarte” a Él en tu día a día?

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *